jueves, 14 de febrero de 2013

La alcazaba de Montemolín

La alcazaba de Montemolín se encuentra en una colina de la falda norte de Sierra Morena, al este del río Viar. Se levanta en un cerro, al oeste de la población, no lejos de la misma, en un lugar de paso entre Extremadura y Andalucía.
Las primeras noticias que existen del castillo se remontan al 1.242. La primera descripción del castillo data de 1.495, y la última de 1.550. En este corto espacio de tiempo, la vida arquitectónica del castillo pasa por dos momentos importantes: el primero son las obras que se inician en el 1.508, que cambian su estructura interna, y el segundo, que es la entrada en su fase de deterioro, ya que en el 1.550 ya estaba abandonada.
Esta fortaleza estaba situada en un punto estratégico, importantes en cuanto al control de la vía de comunicaciones entre Córdoba, Sevilla y Mérida.
Fortaleza notable por su solidez y sus grandes dimensiones.
La fábrica es de tapial con torres en la parte árabe que es casi toda y con adiciones de la época de la reconquista. Su planta irregular por lo quebrado del terreno es alargada aunque menor y a más baja altura que la de Reina, a la que se le parece mucho.
El conjunto defensivo presenta numerosas características de la época almohade, como el material usado en sus muros, la disposición de las torres y las dimensiones del encofrado. No se descrta la posibilidad de que con anterioridad existiese en el lugar algún tipo de fortificación.
Es un recinto más o menos rectangular, cuyos frentes largos son el norte y el sur, de unos 130 metros por 50 de ancho.
Lo único que quedan restos en el recinto principal, el cual tenía siete cubos macizos, dos cubiertos y otros cinco exentos, y otras dos torres, la del Homenaje y la de MIramontes, llamada por el paisaje que desde allí se divisaba.
Hasta 1.508 nada mas pasar la puerta principal estaba la casa del portero y, en un corral grande, se situaban una tahona, una caballeriza y un pajar; luego estaban las depedencias y por detrás de las mismas había corrales, en uno de los cuales estaba el aljibe más antiguo, de los tres que tenía, llamado de los arcos, cuyos restos se pueden apreciar en la actualidad
Vista del alcázar desde el pueblo 


 Vista del castillo desde la Torre del Homenaje


 Vista del castillo y el pueblo desde la torre del Homenaje


 
 Torre del Homenaje


 En una parte de la muralla


 Junto a la torre del Homenaje


 Junto a la torre del Homenaje



 Vista del pueblo desde el castillo


 En el recinto interior del castillo


 En la entrada del castillo


Muralla del castillo vista desde el exterior

miércoles, 13 de febrero de 2013

La casa del Marqués de Solanda

Frente al alcázar y bajando su cuesta se halla la casa del Marqués de Solanda, un edificio, que ya, en su extensa fachada, pregona la categoría de su interior. Artísticos relieves en balcones y cornisas, capiteles de bella factura corintia, meritorios herrajes y una bien organizada serie de huecos, hacen de esta casa uno de los edificios más interesantes entre las construcciones zafrenses de este siglo. El arco de San Antonio le ha prestado su anchura para hacer más prolongada su fachada. En su interior, se puede observar que el estilo artístico es distinto al exterior, este estilo es neomudéjar. Porque pasar el vestíbulo y recorrer su patio es adentrarse en un mundo de inspiración árabe. El constructor y dueño de esta obra es Francisco Fernández y Fernández. Toda la obra, maravillosa yesería calcada con exactitud de sus modelos, es prodigio de buen hacer e imitar. Inscripciones en árabe, gráciles columnas, figuras geométricas y lacería han sido realizadas, con una fidelidad tal que llegue a confundir al menos experto. El Marqués de Solanda, dirigió e inspiró la obra en 1905, estando hoy considerada como de las más artíticas realizaciones en arquitectura privada de Zafra.





 
Bibliografía:
 
CROCHE DE ACUÑA, F. Para andar por Zafra. Zafra, 2003.
TORO FERNÁNDEZ, B. Urbanismo y Arquitecturas Aristocráticas y de Renovación Burguesa en Zafra. Zafra, 1994.

La torre de San Francisco

La torre de San Francisco, único resto actual del antiguo convento, tiene un primer cuerpo en piedra, donde se abre la puerta del antiguo templo, bajo un arco de medio punto. En la fachada occidental hay una ventana con frontón y adornos platerescos en que se muestra el escudo franciscano con los brazos cruzados entre Cristo y Francisco de Asís.

Hasta el cuerpo de las campanas, sigue la edificación con buenas piedras en sus ángulos, y una ancha cornisa que la circunda. Después, ya en el cuerpo de campanas, la obra es de ladrillo de estilo clásico, con dos ventanales por cada lado. Una media naranja o cúpula, con una linterna superior y otras cuatros en los ángulos, remata la torre.

El estado de la torre es muy malo, está semiderruido por varios lados, y no quedan restos del antiguo convento.
Fui a visitar esta torre una tarde de enero con una amiga mía. Yo esperaba encontrarmela en peor estado con grafitis en las paredes y restos de basura dentro de la torre, pero para mi sorpresa la torre estaba limpia, a excepción de unos excrementos de palomas y otras aves.

 Interior de la torre


Vista de la torre desde lejos 


 Fachada de la torre


Lateral de la torre en la que se puede observar su mal estado

La torre de Espantaperros

La torre de Espantaperros constituye un modelo bien definido en la arquitectura almohade. Se encuentra entre el tipo más complejo de la Torre del Oro de Sevilla y la más sencilla de la Torre Redonda de la era de Cáceres. Esta de Badajoz es un modelo intermedio constituido por una base octogonal y es albarrana, en algunas partes de la coracha la distancia es muy pronunciada, hasta a llegar a los 25 metros. Como todas estas torres es maciza hasta la altura del adarve con el que esta comunicado, disminuendo sobre ese nivel dos pisos más la terraza almenada. El cuerpo primástico de sección cuadrada que remata actualmente la torre hoy es originario de la época almohade, se trata de un templo pequeño a modo de campanario dispuesto en el siglo XVI con la intervención de maestros mudéjares. En el verano de 1920 el estado de ruina era preocupante. Un par de años después parte de la torre se desplomó cayendo al interior de una de las viviendas que tenía adosadas. El alcalde, a instancias del arquitecto municipal, exigió a la Comisión de Monumentos que se pronunciara: se restauraba la torre o se demolía